Para ayudarnos a sobrellevar la canícula, el Amigo Diego Conde ha preparado este divertimento muy de actualidad. A punto para polemizar.
Gracias, Diego.
…………………………………………..
En estos últimos meses hemos visto como la Inteligencia Artificial ha entrado como un torbellino en nuestra sociedad. Sin duda, ha llegado para quedarse.
Las posibilidades que ofrecen herramientas de IA conversacionales como ChatGPT, Bing Chat o Google Bard son casi infinitas. Están dispuestas a asumir casi cualquier tipo de tarea, desde escribir un ensayo, sugerir un menú o una lista de la compra hasta programar una compleja aplicación informática o generar cualquier tipo de imagen con unas sencillas pautas como hace DALL-E 2. Hemos caído en la tentación, y no hemos podido evitar jugar con esta última aplicación para ver como se imaginaría a un albéitar del siglo XVIII. ¿Qué pensaría Herrero Rojo cuando viese el resultado?
Lejos de estos entretenimientos, cada vez se está poniendo más de manifiesto el uso (abuso) de la inteligencia artificial en la generación de trabajos académicos. Véanse por ejemplo las reflexiones que hacen al respecto diferentes artículos, alguno de ellos con cierta guasa manifiesta que durante su elaboración ninguna inteligencia artificial fue dañada.
Nada nuevo bajo el sol. Siempre han existido ectoparásitos que se nutren del esfuerzo de otros, bien en forma de becario explotado, agilidad en el empleo del copia y pega, “contextualización” de trabajos ajenos, o ahora a través de la comodidad que proporciona un servidor ubicado en Silicon Valley. Hemos podido comprobar como la generación de estos textos verosímiles en su forma, están llenos de inexactitudes en su contenido, las cuales rozan lo denunciable y son una clara declaración de las limitaciones que aún tiene esta tecnología. No nos extrañemos que en breves veamos en algún congreso o trabajo que quiera optar algún premio cosas como estas.
Siendo conscientes de estas limitaciones y peligros, en última instancia, el impacto de la IA y tecnologías similares en la historia de la veterinaria dependerá de cómo los historiadores elijamos como utilizarlas. No se trata de demonizarlas. Estoy seguro de que en breves el potencial que puedan tener sean inmensos, y puedan llegar a ser un buen complemento para la rápida búsqueda de información. La importancia de gestionar sus implicaciones dependerá pues de la ética de los que se acerquen a ellas. Sin embargo, a tenor de las anterioresconsultas, creo que aún queda recorrido para que esta “inteligencia” llegue a sustituir la capacidad crítica y analítica de los investigadores.
Como bien sabéis, los Amigos de la Historia de la Veterinaria somos incombustibles e incansables, y además tenemos un inquebrantable compromiso de apostolado, transversalidad y servicio público, por lo que no queremos dar a nadie por perdido para la causa, ni siquiera a estos loros estocásticos.
Seguro que esta correcta interacción con las nuevas tecnologías supondrá que los Amigos sigamos teniendo mucho que decir en el futuro, como así nos augura la propia inteligencia artificial.
Nota mental: No tirar el gabán del abuelo, que dentro de unos años volverá estar de modo.
Apertas dende o Finis Terrae
Solo unas risas para festejar esta divertida idea de nuestro amigo Diego.
Un abrazo a todos y disfrutéis el verano.
Miguel Angel