Los gatos del Prado
Miguel Ángel Aparicio. Zdenka Subrová
Editorial Agrícola Española S.A. Madrid. 2022
ISBN: 978-84-17884-21-5
Confieso que en cuanto tuve conocimiento de la publicación de este libro me lancé a pedirlo a la Editorial Agrícola, su editora, y ello por varias razones: en primer lugar se trata del libro de un Amigo, y ya que el panorama del libro en España es demoledor, si además no apoyas a los amigos no vamos a ninguna parte; en segundo lugar el autor publicó mucho antes un gran libro, “El merino en la pintura española. Siglos XIV al XVIII”, publicado hace más de veinte años, que trataba monográficamente una importante raza ovina española y que le predispondría monográficamente al estudio de los corderos de Zurbarán, un tema que proseguiría con trabajos como: “Los otros corderos de Zurbarán”, “Visita al museo del Prado desde una perspectiva veterinaria”, o comunicaciones en congresos de Historia de la Veterinaria como “¿Dónde están los cerdos? Un estudio iconográfico de los cerdos en la pintura española”, o “El ganado ovino en la obra de Zurbarán”; en tercer lugar que su afición a la pintura, como veterinario ilustrado que es, y su devoción por el museo del Prado (es Amigo del museo del Prado, que visita asiduamente) le llevó a organizar, por dos años consecutivos (porque el interés de los alumnos decayó tristemente), sendas visitas al Prado con los alumnos de la Facultad de Veterinaria de Cáceres, con el objetivo de aportar una visión humanística, por completo ausente de los estudios de veterinaria, acerca de lo que un veterinario debe conocer del museo del Prado, que recuerdo con añoranza; y last but no least, por sus conocimientos en historia del arte y su capacidad de observación cultivada desde hace mucho tiempo, enriquecida como es natural por su experiencia y saber, como experto zootecnista que el autor es.
El libro se abre con un excurso muy interesante acerca de la justificación de la obra, el simbolismo del gato, una parcela muy tratada siempre que se escribe sobre este animal apaciguado más que domesticado, las razas de gatos, y finalmente una descripción intensa sobre los gatos del Prado y sus características que sobrepasan la Historia del Arte llegando a la estadística, muy querida por el experto en producción animal.
Por estas razones, más que suficientes en mi opinión, su nuevo libro ya es un interesante foco de atención para nosotros. De esta manera, además de sus propios conocimientos artísticos ya puestos de manifiesto, se añaden los de la coautora, la Dra. Subrová, experta en Historia del Arte, junto con el referente de la descripción etnológica y las características de cada uno de los gatos representados pictóricamente. En líneas generales el lenguaje utilizado no abusa en absoluto de la jerga del especialista, antes bien es elegante, fácil de seguir y ciertamente concreto y legible.
En general bien se puede decir que este tipo de obras no abundan en la bibliografía española, y mucho menos de manera monográfica, por más que obras como la de Nestor Luján “Historia del perro y del gato”, abrumen con su amplio despliegue iconográfico, o más especializadas como las de Elisabeth Foucart-Walker (que el autor conoce y cita en su biografía), dedicada genéricamente al gato en el arte, pero no a un solo museo como en este caso concreto.
Efectivamente hay que conocer muy bien un museo inmenso como el Prado para tener una idea de sus contenidos. Solo de esta manera se puede entender la abundancia de cuadros considerados, que han sido ordenados cronológicamente según el siglo de su composición y que arroja un total de 51 obras pictóricas, todas ellas perfectamente descritas, desde la óptica artística, y con sus félidos protagonistas convenientemente analizados etnológica y etológicamente. Tal cantidad de trabajo abruma, numéricamente, y además causa el mismo efecto por el tiempo que se adivina que destinaron los autores a su contemplación y análisis, además de la imaginación que se adivina en la narrativa utilizada en su descripción, que en ocasiones también acaba acompañando al lector en sus devaneos mentales acerca de las posibles historias de cada uno de los gatos contemplados.
Sólo podemos poner un “pero” al libro que es el habitual en obras sobre arte, y que no es otro que el tamaño de las reproducciones impresas, pero bien sabemos que suele ser habitual en obras de pequeño formato, y bien entendido que después de las posibilidades que proporciona el aumento de tamaño, y la apreciación del detalle mediante medios digitales, el reencuentro con el papel de nuevo representa un cierto rechazo. Dicho de otro modo: incluso el original nos parecería limitado.
En definitiva, se trata de una obra muy interesante, que recomendamos a todos los veterinarios, así como a cualquier lector que guste de enriquecerse y adornarse de aquellas virtudes humanísticas apenas valoradas hoy. Y solo nos queda agradecer a los autores su esfuerzo, su tiempo y sus arrestos, que con su dedicación han evitado que una obra de gran interés durmiese en un cajón el sueño de los justos.
Miguel Ángel Vives Vallés.