PÁGINAS DE ACÁ Y DE ALLÁ. ANTOLOGÍA III
Es el título del último trabajo que dejó en la imprenta nuestro recordado amigo y compañero, el Dr. D. Benito Madariaga de la Campa, antes de abandonarnos físicamente el 10 de diciembre de 2019, que fue impreso meses más tarde con los textos de las últimas pruebas que dejó corregidas.
Dedicado a su suegro, D. Evencio Valbuena López, consta el libro de seis capítulos de diversa procedencia, cronología y temática, seleccionadas bajo un criterio de preferencia personal, según manifiesta quien fuera el Cronista Oficial de la Ciudad de Santander.
Resonancias santanderinas en la novela Doña Perfecta (1876) de Pérez Galdós, soporta un largo recorrido temporal. Comenzó siendo una ponencia presentada en el I Coloquio Internacional de Literatura Hispánica, celebrado en 1981 en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y luego fue publicada en su libro Páginas Galdosianas (2001) e Isidora y aun volvería a ver la luz en el número 20 de 2012 de la Revista de Estudios Galdosianos.
El capítulo Marianela, una novela galdosiana de denuncia, proviene del estudio que preparó para la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria en 2006.
Hambre y resignación en El Lazarillo de Tormes es el texto de una conferencia pronunciada en la Academia de Ciencias Médicas de Cantabria en 1997, editada en 2009 por la Consejería de Educación del Gobierno de Cantabria.
La defensa de la mujer. De Concepción Arenal a María de Maeztu, se publicó en 2009 en la revista Pluma y Pincel de la Asociación Cultural Tertulia Goya.
La fisiognomía en la obra literaria de Pérez Galdós (2011), fue publicado en el número 17 de Isidora, Revista de Estudios Galdosianos.
El problema de la mente o consciencia desarrolla un tema que preocupaba al polifacético autor, la perdurabilidad de la consciencia tras la muerte. Se trata de un texto inédito firmado en 2016.
El personaje
Madariaga era uno de esos personajes míticos, un erudito, tan heterodoxo como don Marcelino, uno de sus maestros y objeto de estudio, con una trayectoria profesional fuera de lo habitual desde sus propios inicios en el Instituto Oceanográfico, paleontólogo, pionero, innovador, investigador y estudioso de literatos, escritor y divulgador; liberal cuando no estaba bien visto serlo, pero, sobre todo, veterinario y cántabro.
Siendo todo eso cierto, en absoluto lo aparentaba, su grandeza intelectual y humana se escondía bajo una pátina de timidez confundida con su natural modestia. En todas las fotos con personalidades de diversos ámbitos, aparece siempre, en un discreto segundo plano.
A Benito Madariaga de la Campa le nacieron en Valladolid por circunstancias, pero es cántabro, como sus padres, aunque entre sus ancestros tenga familia vizcaína. Poco después de nacer nuestro protagonista, la familia se trasladó a Santander, donde cursaría sus estudios hasta el Bachiller, aprobando el Examen de Grado en Valladolid.
El ambiente cultural de la ciudad y la actitud de su propia familia propiciaron que, ya desde sus primeros años juveniles, Benito Madariaga mostrara su inclinación por la literatura, aunque mantuviera firme su predilección por las ciencias biológicas, con tendencia hacia la Veterinaria.
Y se trasladó a León a cursar los estudios de Veterinaria, simultaneándolos con los de Enfermería en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, diplomándose en 1952. Un año más tarde, 1953, obtendrá la Licenciatura en Veterinaria por la Universidad de Oviedo.
Nuestro protagonista accede a la Veterinaria en plena plétora, como consecuencia de la gran cantidad de veterinarios titulados y la ausencia de convocatorias de oposiciones al Cuerpo de Veterinarios Titulares del Estado, destino habitual para la mayoría de los veterinarios españoles hasta entonces.
La plétora, una tragedia para muchos recién licenciados, sirvió también para abrir nuevos horizontes para la Veterinaria, por pura supervivencia. Hoy le llamaríamos innovación tecnológica y a aquellos jóvenes veterinarios, emprendedores. Es lo que motivó a aquellos jóvenes para especializarse en las áreas de la tecnología alimentaria, la genética, la nutrición animal, la ganadería intensiva, avicultura y porcinocultura especialmente, dando respuestas a las demandas de la población de la época que abandonando el aislamiento internacional comenzaba a despegar económicamente y precisaba de proteína de calidad, de origen animal.
Madariaga participó de ese movimiento de pioneros, pero en otra área de conocimiento: la Oceanografía. Asistió como alumno en julio de 1959 al Curso de Biología Marina e Industrias de la Pesca, organizado por la Universidad Menéndez Pelayo y desde entonces permanecería vinculado de una u otra forma a ella.
Se doctoró en la Facultad de Veterinaria de León, en 1967, con una tesis titulada El género Patella, lapa o cuco, de la bahía de Santander, características biológicas y bromatológicas, dirigida por el Profesor D. Bernabé Sanz Pérez, obteniendo un Sobresaliente cum laude.
El joven veterinario casaría en Santander con Da Celia Valbuena Morán y el matrimonio tendría dos hijos. Dicen que detrás de todo gran personaje hay una mujer sorprendida. En este caso, la profesora Celia Valbuena Morán no estaba sorprendida. Su colaboración a lo largo de toda la vida de Benito fue constante y se evidenciará en varios trabajos de investigación elaborados al alimón y en otros de su exclusiva autoría con el apoyo de nuestro protagonista.
En 1957, obtuvo una beca del Colegio Oficial de Veterinarios de Santander para colaborar con el Laboratorio Oceanográfico de Santander y más tarde, en abril de 1966, obtendría, por oposición el puesto de Preparador. En aquella época hacían salidas costeras para recoger muestras de agua, estudiar el plancton, se trabajaba sobre ictiometría de algunas especies, así como en
ostricultura en la isla Marnay y en San Vicente de la Barquera. Fue el primer veterinario español dedicado a la biología marina. Una evidencia de su espíritu pionero. Su estancia en el Oceanográfico le permitió conocer la obra de su fundador, el naturalista y catedrático de Historia Natural en Santiago de Compostela y Valladolid, D. Augusto González de Linares, primer director de lo que se llamó Estación de Biología Marina, la primera creada en España.
En junio de 1961 recibió una beca de estudios para estudiar en París del Comité d’Écrivains et d’Éditeurs pour une entraide européenne, oposición política al franquismo, que se la comunicó el poeta Pierre Emmanuel, para especializarse en París en moluscos marinos comestibles en el Institut Scientifique et Technique de Pêches Maritimes. Aprovechó la ocasión para estudiar también la industria de la ostricultura en La Tremblade, en la región francesa de la Charente Maritime. Su estancia en Francia le impresionó y cuando visitó la Escuela de Veterinaria de Alfort quedó maravillado con la altura científica de la Veterinaria francesa y la enorme categoría social de sus miembros.
Entre los meses de agosto y octubre de 1966, participó, embarcado en el buque oceanográfico Xauen, en la campaña de investigación por aguas de la región sur mediterránea.
Su dedicación a la biología marina se traduce en muchas de sus obras de contenido científico que publicó.
En 1972 escribiría Augusto González de Linares y el estudio del mar, que en una edición corregida y aumentada publicaría en 1984 con el título Augusto González de Linares, editado por el Aula de Cultura Científica de Santander. Volvería a incidir sobre el mismo personaje en Augusto González de Linares. Vida y obra de un naturalista, que vería la luz en 2004, nueva biografía, en este caso incidiendo en la personalidad krausista del personaje seguidor de la Institución Libre de Enseñanza.
En el Laboratorio Oceanográfico de Santander permanecería hasta 1975 en que solicitó la baja voluntaria. Fue el primer veterinario español dedicado a la biología marina. Volvería a acercarse por las instalaciones del Instituto Español de Oceanografía en 1986, para presentar el trabajo que le editaron bajo el título De la Estación Biológica Marina al Laboratorio Oceanográfico de Santander. Noticias históricas de un centenario (1886-1986).
Además, entre los años 1955 y 1961, como Veterinario Titular interino, ejerció la veterinaria rural, en su doble aspecto de salud pública y sanidad animal y se dedicó a la clínica animal por las localidades cántabras de Ramales, Campoo de Yuso, Santander y Reinosa. Participó en las campañas de saneamiento ganadero y en el Laboratorio Pecuario Regional Castellano de Santander. A partir de octubre de 1962 sería contratado por el Ministerio de Agricultura.
En octubre de 1979 ingresó con el número 1, por oposición restringida en el Cuerpo de Veterinarios Titulares. A partir de entonces, su trabajo como veterinario le lleva a residir en la capital cántabra, prestando servicios en la Delegación provincial de Ganadería.
Durante la década de los sesenta, en la que escaseaban los profesores de Ciencias Naturales, fue profesor adjunto interino de Ciencias Naturales en el Instituto Nacional de Enseñanza Media masculino “José María Pereda” de Santander en los cursos escolares 1963- 64 y 1966-67 y en el colegio de los Escolapios, cursos 1964-65 y 1965-66. De esta época docente, sus alumnos recuerdan con especial cariño sus clases activas y llenas de diálogo, hoy les llamaríamos interactivas, algo totalmente insólito, novedoso, pionero, cuando no existía el espíritu del proceso de Bolonia, Madariaga descendía de la cátedra y en lugar de profesor se convertía en educador, con visita al antiguo laboratorio-museo del Oceanográfico.
Metodología que luego aplicaría en sus numerosísimas conferencias y charlas de la más diferente temática.
En la Primera Semana Nacional Veterinaria celebrada en 1960 en Barcelona, presentaría por primera vez en España una comunicación sobre La depuración de moluscos comestibles para su consumo y el esquema de una depuradora, porque la práctica de la depuración de los moluscos era obligatoria en Francia.
En la Cuarta, celebrada en Santander en setiembre de 1966, comunicó La tuberculosis bovina y su diagnóstico en el laboratorio y en la Quinta, en Madrid, en 1970, donde presentó, en colaboración con Justo José Bustillo López, la comunicación “Calidad higiénica de los platos preparados con mejillones en los bares de Santander” (1970) y otra de su autoría titulada “Contribución al estudio del rape (Lophius piscatorius y Lophius budegassa Spinola”.
En 1958 publicó Sociología Veterinaria, aportación novedosa para la época sobre la situación de la Veterinaria española, con prólogo de D. Cesáreo Sanz Egaña, transmitiendo un mensaje optimista en el que implica, como no podía ser de otra manera, a todos los veterinarios.
En avicultura publicó el trabajo Estudios Avícolas: La Gallina de Pedresa, subraza autóctona de Cantabria en vía de extinción, que dio a conocer el Departamento de Zootecnia de la Facultad de Veterinaria de Córdoba en 1961.
En 1966, publicó El toro de lidia. Con prólogo de Álvaro Domecq (1966); el mismo Madariaga manifestaba que Tuvo mucho éxito quizá por ser el primer libro que trató el afeitado y la visión en negro del toro, así como el cono de limitación de la vista. Algunos toreros me escribieron dándome sus opiniones. El diestro Antonio Bienvenida le transmitió su “verdadera satisfacción por el libro que expresa con acrisolada honradez lo que es un toro de lidia”. Figura en el tomo de autores y títulos de José María Cossío.
Vuelve a mostrar el compromiso con su tierra, recordando a la raza Monchina, raza bovina de escaso porte y gran bravura que se cría en las montañas rocosas de Remendón, en el oriente cántabro y en la comarca vizcaína de las Encartaciones.
Fue co-director, junto al Dr. D. Miguel Cordero del Campillo y el Dr. D. Carlos Ruiz Martínez, de los dos volúmenes de Semblanzas Veterinarias editados en León en 1973 y en Madrid en 1978, que bien merece un comentario más extenso.
En marzo de ese mismo año, la Organización Colegial Veterinaria celebraba su primer Cincuentenario con un Congreso de Historia de la Veterinaria, dirigido por Vicente Serrano Tomé y en el que participó, entre otros, Benito Madariaga de la Campa, leyendo la comunicación que sería calificada por los organizadores como muy original, La Veterinaria vista por los literatos.
Para entonces nuestro protagonista trabajaba como uno de los directores del primer volumen de SEMBLANZAS VETERINARIAS. En efecto, en torno al profesor Miguel Cordero del Campillo, entonces Decano de la Facultad de Veterinaria de León, un grupo de veterinarios colaboraron en una obra colectiva que intentó recuperar la memoria de una serie de compañeros que habían marcado la historia de la veterinaria española. Aquella obra colectiva, publicada bajo el título SEMBLANZAS VETERINARIAS, y editada en 1973, fue el primer gran homenaje que recibió Félix Gordón Ordás tras su fallecimiento en México en enero de 1973, y con él todos los que fueron recogidos en aquel primer volumen.
Para los no veterinarios matizaré que el veterinario leonés Félix Gordón Ordás, prócer de la Veterinaria y político republicano, fue el creador de la Dirección General de Ganadería, máxima expresión de la presencia veterinaria en el Ministerio de Agricultura y, por lo tanto, en la Administración española. Pero Gordón Ordás había sido mucho más que eso, pero 45 años de régimen franquista había desplegado un gran manto de silencio, insidias y olvido sobre su figura.
Aunque fuera una obra colectiva, fue sobre todo la obra de tres veterinarios, bajo la batuta de Cordero del Campillo. El veterinario español exiliado en Venezuela D. Carlos Ruiz Martínez y el tercero, D. Benito Madariaga. Esta obra es en buena medida obra de la voluntad de Benito Madariaga y de su compromiso con la Veterinaria española.
Pero retomando la relación de publicaciones veterinarias de Madariaga, en 1992 presentó La profesión veterinaria en la polémica de la Ciencia española, editado por el Ayuntamiento de Santander, discurso leído el día 7 de marzo de 1991 en el acto de la recepción pública como académico Correspondiente, de la Real Academia de Ciencias Veterinarias, que fue contestado por el Excmo. Sr. D. Vicente Serrano Tomé.
En 2008, prologó el libro Vacuno de leche en Cantabria, de varios autores y coordinado por Juan José Mazón Nieto de Cossío y en 2009 el de Celestina Losada Varea, editado por el Ilustre Colegio Oficial de Veterinarios de Santander, titulado Un siglo de profesión veterinaria en Cantabria, importante testimonio de la labor realizada por los profesionales de Cantabria a lo largo de un siglo.
Colaboró en diversas revistas profesionales veterinarias, no haremos prolija la relación, pero a título informativo citaremos algunas referencias. Hemos encontrado cuatro colaboraciones suyas en el Boletín de Divulgación Ganadera de la Junta Provincial de Fomento Pecuario de Valladolid, sobre otros tantos temas novedosos y originales: El caballo en la vida y en el arte en 1954; Modernos métodos de lucha contra las ratas en 1955; Hombres superiores, en 1957 y El cine y los problemas ganaderos, en 1963.
En 1963 también, en Sanidad Veterinaria, publicó Características sanitarias de los establecimientos de productos cárnicos.
En el Boletín SYVA, de León, dirigido por el escritor y poeta Victoriano Cremer y editado por los laboratorios leoneses del mismo nombre, tan vinculados siempre a la Facultad de Veterinaria leonesa, cita y consulta obligada para todos los veterinarios, como llamada de atención a la profesión, con objeto de promover una reacción político-social y técnico-científica, publica en julio de 1967 Un escritor, Lauro Olmos, opina sobre los veterinarios. En el número 143 de 1969, Mi colega Darbón”.
En el no 149 de julio de 1970 De la crítica a la autocrítica, otra llamada de atención a la profesión, hoy diríamos una provocación, que obtuvo el resultado previsto con carta de agradecimiento de la Asociación Nacional de Veterinarios Titulares de España, por su defensa del prestigio profesional de los veterinarios.
En el no 167 de 1972 Problemática Veterinaria Actual. En 1973 Una tumba abierta en España para Gordón Ordás; en 1974 Homenaje y recuerdo a un poeta; en 1980, In memoriam. Mi amigo Rafael González Álvarez. Por citar algunos ejemplos.
En la revista salmantina Ferias, Mercados y Mataderos entre distintas colaboraciones los años 1961 y 1962, hemos constatado una contribución taurina, La tauromaquia francesa, en mayo de 1962. El mismo año publicará En torno a la bravura y la alimentación del toro de lidia, en la revista Granja, de diciembre 1962.
Era habitual su firma en la revista valenciana Avigan entre los años 1963 y 1968 y en la salmantina Zephyrus en 1963 y 1964 o en la Revista Veterinaria Venezolana Protinal.
Aspectos legales y, sanitarios de la compra-venta de animales, verá la luz en Anales del Instituto de Estudios Agropecuarios, de Santander, en la edición de 1990-91.
La revista Veterinaria en diciembre de 1962, presentaba el trabajo Lesiones provocadas en el animal por agresiones no específicas del autor Jean Billon, traducido por Benito Madariaga de la Campa.
Algunos casos de anomalías congénitas en peces -en colaboración con Orestes Cordero- fue la comunicación presentada a la Primera Bienal de la Real Sociedad Española de Historia Natural celebrada en Santander en octubre de 1973 y publicada en Anales de la Facultad de Veterinaria de León, de 1973.
En 1996, junto a D. Miguel Cordero del Campillo, publicaron Albeytería, Mariscalía y Veterinaria: Orígenes y perspectiva literaria. La Sociedad Mexicana de Historia de la Medicina Veterinaria y de la Zootecnia le expediría un Diploma de Reconocimiento.
Con motivo del 150 aniversario de la Facultad de Veterinaria de León, la editorial leonesa Celarayn le publicaba en 2002 su ensayo En torno a Francisco de la Reina y su “Libro de Albeytería”.
En el Congreso de Historia de la Veterinaria celebrado en 2003 en San Sebastián y Bilbao, participó con una ponencia titulada Representaciones sexuales humanas y animales en el Arte Paleolítico.
Amigo Benito, sic tibi terra levis – que la tierra te sea leve, porque tu recuerdo permanece con nosotros
José Manuel Etxaniz Makazaga 15 de febrero de 2021
Colocamos esta recensión en la biblioteca del Dr. Etxaniz.
¡CHAPÓ!
Muy acertada esta noticia y mucho más las palabras del Dr. Etxaniz.
El Dr. Madariaga de la Campa (q.e.p.d) merece un reconocimiento y la página de ‘Amigos de la Historia de la Veterinaria’ le hace justicia, una vez más.
Saludos.
Dr. Caparrós