De nuevo el Dr. Conde nos proporciona una documentada entrada muy adecuada al día de hoy. A ver si nos sirve de ejemplo a todos los Amigos.
Como todos los 10 de diciembre, hoy se entregan en Estocolmo los premio Nobel. No es la primera vez que hacemos referencia a dichos premios. Ramón y Cajal o Juan Ramón Jiménez ya han sido invitados de lujo en nuestra página.
Pero quizás un día como hoy, puede ser una buena oportunidad para hacer una pequeña revisión sobre cuál fue la relación de la profesión veterinaria con el Nobel.
Quizás la primera figura a señalar sea la de Víctor Galtier (1846-1908). Graduado en la Escuela Nacional Veterinaria de Lyon (1868-1872), fue el primer titular de la Cátedra de Patología de enfermedades infecciosas de dicha Escuela.
En 1879, fue el primero que mostró la existencia del virus rábico en las glándulas salivares, mediante la inoculación de virus en un conejo partiendo de la saliva del perro infectado, comprobando antes que Pasteur la duración del período de incubación.
Como nos recuerda, Antonio Arenas, en su discurso de ingreso como Académico de número de la RACVE, Galtier abrió caminos importantes en la profilaxis antirrábica, pero la fama de Pasteur eclipsó su figura. En un banquete de 1885 ofrecido por los veterinarios sanitaristas, el propio Pasteur pronunció un discurso en el que elogió el progreso logrado por la veterinaria y finalizó con la siguiente frase «creedme, señores, el secreto para dar a vuestra profesión el lugar que se merece está en tener siempre a la cabeza una élite de maestros y sabios».
Como sucede tantas veces el reconocimiento de sus méritos llegó tarde. El Karolinska Institutet lo propuso en 1907 como candidato al premio Nobel de Medicina de 1908. Desgraciadamente nuestro colega francés falleció el 24 de abril 1908, por lo que no se le pudo conceder el título porque el Reglamento de los Nobel exige que los honrados estén vivos en la concesión. Fue la primera ocasión que un veterinario estuvo a punto de conseguir la gloria del Nobel.
Quizás, desde mi punto de vista, una de las más injustas y notables ausencias en el listado de los premios Nobel, ha sido la del médico Albert Calmette (1861-1933) y el veterinario Camille Guérin (1872-1961). En 1906, Guérin había descubierto que la inmunidad contra la tuberculosis sólo era posible cuando había en el organismo bacilos tuberculosos. Partiendo de dicho hallazgo, ambos comienzan a desarrollar una forma atenuada del Mycobacterium(Bacilo Calmette-Guérin-BCG), que sirviera como vacuna contra la tuberculosis.
Muy recomendable es el trabajo de nuestro Amigo Dr. Galán Torres, «Calmette y Guérin. El triunfo de la voluntad», donde nos acerca a la historia del desarrollo de dicha vacuna y como tras diferentes avatares, en 1921 consiguieron usar un concentrado de BCG para vacunar con éxito a recién nacidos en la Charité de Paris. Como aperitivo, pueden consultar la conferencia que en 2018, el Dr. Galán impartió en la RACVE al respecto .
Nominados de manera repetida para el Nobel, en especial en los años 1928, 1930 y 1932, finalmente no fue posible la consecución del galardón, que reconocería un trabajo que dio un paso de gigante en la profilaxis frente a tuberculosis, y con el que se ha conseguido salvar millones de vidas. A día de hoy, la BCG sigue siendo la vacuna de referencia en muchos países para la lucha contra la tuberculosis. Además, también se emplea como tratamiento inmunoterápico contra el cáncer, al ser capaz de accionar el sistema inmune para atacar los tumores. En los últimos meses ha recobrado de nuevo protagonismos por la posible generación de inmunidad frente al coronavirus.
También rozó el Nobel, el biólogo y veterinario francés Gaston Ramon (1886-1963). Graduado en la Escuela Nacional Veterinaria de Alfort, desarrolló una vacuna contra la difteria, que en ese momento era una de las principales causas de muerte. En 1923, inactivó la toxina responsable de la enfermedad utilizando formalina, creando una forma debilitada que podría inyectarse en las personas para provocar una respuesta inmunitaria. Gracias a esto se puede vacunar contra la difteria, o enfermedades de los clostridios (tétanos, botulismo, gangrenas,…) que afectan a los animales y los hombres. Fue nombrado director del Instituto Pasteur (París) en 1939.
Como recoge el artículo de Nature «Close but no Nobel: the scientists who never won», Gaston ha sido el personaje que más cerca ha estado del Nobel y que no ha recibido el premio. Así, entre 1930 y 1953, fue nominado hasta 155 veces por diferentes personalidades e instituciones.
Paradójicamente, este notable avance hecho por un colega terminó quitándole el trabajo a muchos veterinarios hasta el momento y muchas instituciones del mundo que mantenían animales con finalidad de obtener sueros para combatir la difteria y el tétanos. A partir de Ramón Gastón muchos de esos animales ya no fueron necesarios y tampoco los veterinarios encargados de su atención y manejo. Nuevamente, recurrimos al Dr. Galán, quien a través de «Gaston Ramon (1886-1963): el veterinario que revolucionó la medicina preventiva» nos puede ayudar a conocer mejor está figura.
No sería hasta 1996, cuando por fin un veterinario, el australiano Peter Doherty (1940-), gana el premio Nobel de Medicina, gracias a sus descubrimientos sobre la respuesta inmunitaria de las células frente al ataque de organismos infecciosos, siendo una de las referencias mundiales en inmunología.
Como decíamos ya hace algún tiempo, esperemos que más pronto que tarde, de nuevo otro veterinario (quizás John Glen, veterinario escocés desarrollador del Propofol), vuelva a ser reconocido con dicho premio. Y aunque no sean veterinarios, tampoco estaría mal que el año que viene se acordaran de Pablo Jarillo o Francis Mojica, pero eso es otra historia.
Saúdos e saúde dende o Finis Terrae.
Pierre Victor Galtier
Charles Doherty
Guérin y Calmette
Gaston Ramon
Apreciados Amigos:
Excelente este texto que nos introduce e ilustra sobre las figuras veterinarias y el premio Nobel. Unas figuran en el Cuadro de Honor y otras lo rozaron y otras se aproximaron como fue la figura de Manuel Álvarez Ortega, veterinario militar, poeta y pintor, que fue propuesto dos veces para el premio Nobel de Literatura (años 2001 y 2003).
En 1980 su obra pictórica se cifró en 1636 repartidas por 66 ciudades de los cinco continentes y presente en los Museos de Houston, Chicago, Fort Worth, Filadelfia, Washington, Osaka y el Reina Sofía de Madrid. En 1996 el Ayuntamiento de Córdoba le puso su nombre a una calle de la ciudad. Falleció no hace mucho en Córdoba.
Saludos.
Dr. Caparrós
Muchas gracias por esta aportación Amigo Dr. Caparrós. Desconocía que Álvarez Ortega hubiese sido propuesto hasta en dos ocasiones para el Nobel de Literatura. Siempre se aprende. Quizás sea oportuno, preparar una entrada en la página de Amigos sobre Veterinaria y Literatura, actualizando las notas que escribía Sanz Egaña en Ciencia Veterinaria, y las muchas aportaciones que al respecto hizo el querido Benito Madariaga. Afilemos lápices (y teclados), pues,….
Saúdos e saúde
Diego