La primera acepción que la RAE recoge de la entrada Maestro es «Dicho de una persona o de una obra: De mérito relevante entre las de su clase». También, «Persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo». Sin duda Miguel Cordero, lo es.
Tal día como hoy, hace 95 años nacía en Vegamián, quien durante sus más de 40 años como docente compartió generosamente sus conocimientos, regalando a decenas de promociones de veterinarios, algo más que ciencia. También conciencia y compromiso con una profesión a la que dedicó toda su vida. Podríamos desglosar el inmenso currículo de sus obras y trabajos. Habrá más momentos para hacerlos, hoy no es el día.
Don Miguel es exponente de esa generación de Maestros que fueron sembrando inquietudes por el conocimiento del pretérito de nuestra profesión. Ellos fueron y son referencia para muchos de los Amigos de la Historia de la Veterinaria. Siempre, acogedor a los que de forma timorata nos íbamos acercando a los Congresos de Historia Veterinaria. Siempre, felicitándonos en público y corrigiéndonos en privado, solo como hacen los buenos maestros. Siempre, sencillo y cercano en el trato. Siempre, con inteligentes palabras y acertados consejos, desde la humildad que solo ampara a los sabios que primero escuchan y luego hablan.
Como indica Roberto Cubillo en su Semblanza, nos encontramos ante un hombre educadísimo, amable, generoso, con fino sentido del humor, de inteligencia privilegiada, de memoria portentosa, analizador crítico, trabajador infatigable, amante de su León y de su España y de un carácter universalista que no entiende ni comprende los tribalismos. Hoy en día, cuánta falta hace.
Aunque a veces, la memoria se va apagando como el olmo de Machado, hoy nos quedamos con sus ramas verdecidas que todos nosotros guardamos.
Feliz Cumpleaños, Maestro.
Apertas desde el Finis Terrae
Cortesía del Dr. Diego Conde
Pleno acierto las líneas que dedica el Dr. Diego Conde a nuestro MAESTRO el Profesor Cordero del Campillo.
Los que reconocemos su obra y su enseñanza siempre le hemos llamado afectuosamente D. MIGUEL.
Recordemos que los profesores tienen alumnos y los Maestros discípulos; yo no tuve la suerte de tenerlo como profesor pero soy discípulo suyo por conocerlo personalmente, por seguir sus enseñanzas y por leer todas sus publicaciones. Sí, me considero discípulo de D. Miguel.
Al Dr. Conde un aplauso por elegir el momento más oportuno para homenajear con sus palabras a nuestro amigo, compañero y Maestro.
Gracias Diego.
Saludos. Dr. Caparrós