El Amigo Dr. Etxaniz, sumándose a la iniciativa del Amigo Dr. Conde, nos envía la Laudatio del Dr. Madariaga que presentó en el Ateneo de Santander, el 8 de junio de 2012.
La copiamos a continuación y la colocamos en el lugar que le corresponde en la estantería del Dr. Etxaniz, pudiendo también descargarla en este ENLACE.
Benito Madariaga de la Campa
Presentación
Sr. Presidente y miembros de la Mesa, autoridades civiles, profesionales, compañeros veterinarios, señoras y señores.
Buen amigo y buen compañero Benito. En menudo lío nos han metido.
A ti, amigo de la discreción y del trabajo bien hecho, porque no te gustan nada los protagonismos y las ceremonias. A pesar de estar en el Ateneo con lo que supone “jugar en casa”, a pesar de ser un acto mayoritariamente veterinario, con la grata presencia de amigos de otras instituciones que gozan de tu estima, ahora estarás tenso siendo el centro de atención de muchas personas que te conocen y admiran, que reconocen tu trayectoria y que, en muchos casos, les sirves de ejemplo y estímulo.
Seguro que agradeces su interés, pero opinas que sería mejor atenderles de uno en uno, en distendida charla, quizás paseando.
A mí, porque he de sintetizar tu vida de veterinario y académico en un tiempo que se me antoja mínimo. Una misión imposible que obligará a que muchos detalles queden para los lectores de la semblanza escrita. Afortunadamente, no he de referirme a otras facetas de tu vida como las de paleontólogo, galdosista, ensayista, articulista, cántabro de pro, estudioso de los literatos cántabros, biógrafo de ilustres santanderinos.
Nos conocimos personalmente en León en noviembre de 2006 cuando todos los asistentes al 37o Congreso Internacional de la Asociación Mundial de Historia de la Veterinaria, asistíamos en una visita privada de la catedral, a la magnífica disertación del Catedrático de Arte de la Universidad leonesa.
Un congresista de aspecto despistado se puso a nuestro lado, -al de Paco Dehesa y el mío-. Hicimos algún comentario y resultó ser Madariaga de la Campa. Finalizada la explicación y tras un breve acto de presencia en la antigua casa consistorial donde ofrecían una recepción, los tres organizamos nuestro particular paseo por el Barrio Húmedo.
Madariaga, para nosotros los historiadores de la Veterinaria, era el personaje que en vida, ya había entrado en la Historia de la Veterinaria española. Alternaba con nosotros, sin darse la menor importancia y comentando las incidencias del Congreso y nuestras respectivas trayectorias profesionales.
Y los tres, con esa sensación de estudiantes pícaros que han hecho una “pira”, en este caso, a la recepción municipal en un hotel cercano, con mucha gente y muchas croquetas de dudosa calidad
Justo el ambiente que no nos gusta a ninguno de los tres. No hace falta decir que la situación se repetiría los tres días que duró el congreso.
Desde entonces y desafiando esa leyenda negra que afirma que vascos y cántabros nos llevamos mal, hemos profundizado en nuestra amistad, obviando las pequeñas diferencias y reforzando las concordancias que son muchas más.
Para dos veterinarios estudiosos y críticos de nuestra historia profesional, como el Dr. Dehesa y quien les habla, Madariaga era uno de esos personajes míticos, un erudito, tan heterodoxo como don Marcelino, uno de sus maestros y objeto de estudio, con una trayectoria profesional fuera de lo habitual desde sus propios inicios en el Instituto Oceanográfico, paleontólogo, pionero, innovador, investigador y estudioso de literatos, escritor y divulgador; liberal cuando no estaba bien visto serlo, pero sobre todo, veterinario y cántabro.
Siendo todo eso cierto, en absoluto lo aparenta, su grandeza intelectual y humana se esconde bajo una pátina de timidez que se confunde con su natural modestia. En todas las fotos con personalidades de diversos ámbitos, aparece siempre, en un discreto segundo plano.
Era y sigue siendo, un compañero y amigo, dispuesto a compartir un rato de ocio, de conocimiento o de charleta. De facilitar una información rigurosa o hacer una reflexión profunda sobre un tema literario o un asunto histórico.
A Benito Madariaga de la Campa le nacieron en Valladolid por circunstancias, pero es cántabro, como sus padres, aunque entre sus ancestros tenga familia vizcaína.
Poco después de nacer nuestro protagonista, la familia se trasladó a Santander, donde cursaría sus estudios hasta el Bachiller, aprobando el Examen de Grado en Valladolid.
El ambiente cultural de la ciudad y la actitud de su propia familia propiciaron que, ya desde sus primeros años juveniles, Benito Madariaga mostrara su inclinación por la literatura, aunque mantuviera firme su predilección por las ciencias biológicas, con tendencia hacia la Veterinaria.
Y se trasladó a León a cursar los estudios de Veterinaria, simultaneándolos con los de Enfermería en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, diplomándose en 1952. Un año más tarde, 1953, obtendrá la Licenciatura en Veterinaria por la Universidad de Oviedo.
Nuestro protagonista accede a la Veterinaria en plena plétora, como consecuencia de la gran cantidad de veterinarios titulados y la ausencia de convocatorias de oposiciones al Cuerpo de Veterinarios Titulares del Estado, destino habitual para la mayoría de los veterinarios españoles hasta entonces.
La plétora, una tragedia para muchos recién licenciados, sirvió también para abrir nuevos horizontes para la Veterinaria, por pura supervivencia. Hoy le llamaríamos innovación tecnológica y a aquellos jóvenes veterinarios, emprendedores.
Si me permiten la licencia taurina, me viene a la cabeza esa frase por todos conocida, Más cornás da el hambre que contestó el maestro Manuel García Cuesta “El Espartero” en 1894 a un periodista, que se maravillaba por su desprecio a la muerte.
Es lo que motivó a aquellos jóvenes para especializarse en las áreas de la tecnología alimentaria, la genética, la nutrición animal, la ganadería intensiva, avicultura y porcinocultura especialmente, dando respuestas a las demandas de la población de la época que abandonando el aislamiento internacional comenzaba a despegar económicamente y precisaba de proteína de calidad, de origen animal.
Nuestro protagonista participó de ese movimiento de pioneros, pero en otra área de conocimiento: la Oceanografía.
Asistió como alumno en julio de 1959 al Curso de Biología Marina e Industrias de la Pesca, organizado por la Universidad Menéndez Pelayo y desde entonces permanecería vinculado de una u otra forma a ella.
Se doctoró en la Facultad de Veterinaria de León, en 1967, con una tesis titulada El género Patella, lapa o cuco, de la bahía de Santander, características biológicas y bromatológicas, dirigida por el Profesor D. Bernabé Sanz Pérez, obteniendo un Sobresaliente cum laude.
El joven veterinario casaría en Santander con Da Celia Valbuena y el matrimonio tendría dos hijos.
Dicen que detrás de todo gran personaje hay una mujer. Sorprendida. En este caso, la profesora Celia Valbuena no está sorprendida. Seguramente, nunca lo estuvo.
Para todos los que por unos u otros motivos, somos de difícil convivencia porque nos dedicamos a la investigación y a plasmar luego por escrito el resultado de nuestras pesquisas o simplemente a escribir artículos, columnas o cualquier otro género literario, la colaboración de una compañía cómplice, paciente, que disculpe nuestras tardanzas, que nos acompañe en un viaje a un extraño lugar, sin horarios ni programas definidos, que tolere un imprevisto madrugón porque es necesario anotar una idea o un dato y que además apoye, corrigiendo unas pruebas, opinando sobre un texto, aportando una información, tiene un valor inestimable. Es un auténtico lujo que se da pocas veces.
La colaboración de la profesora Celia Valbuena a lo largo de toda la vida de Benito ha sido constante y se evidenciará en varios trabajos de investigación elaborados al alimón y en otros de su exclusiva autoría con el apoyo de nuestro protagonista.
En 1957, obtuvo una beca del Colegio Oficial de Veterinarios de Santander para colaborar con el Laboratorio Oceanográfico de Santander y más tarde, en abril de 1966, obtendría, por oposición el puesto de Preparador.
En aquella época hacían salidas costeras para recoger muestras de agua, estudiar el plancton, se trabajaba sobre ictiometría de algunas especies, así como en ostricultura en la isla Marnay y en San Vicente de la Barquera. Fue el primer veterinario español dedicado a la biología marina. Una evidencia de su espíritu pionero.
Su estancia en el Oceanográfico le permitió conocer la obra de su fundador, el naturalista y catedrático de Historia Natural en Santiago de Compostela y Valladolid, D. Augusto González de Linares, primer Director de lo que se llamó Estación de Biología Marina, la primera creada en España.
En junio de 1961 recibió una beca de estudios para estudiar en París del Comité d’Écrivains et d’Éditeurs pour une entraide européenne, oposición política al franquismo, que se la comunicó el poeta Pierre Emmanuel, para especializarse en París en moluscos marinos comestibles en el Institut Scientifique et Technique de Pêches Maritimes.
Aprovechó la ocasión para estudiar también la industria de la ostricultura en La Tremblade, en la región francesa de la Charente Maritime. Su estancia en Francia le impresionó y cuando visitó la Escuela de Veterinaria de Alfort quedó maravillado con la altura científica de la Veterinaria francesa y la enorme categoría social de sus miembros.
Entre los meses de agosto y octubre de 1966, participó, embarcado en el buque oceanográfico Xauen, en la campaña de investigación por aguas de la región sur mediterránea.
Su dedicación a la biología marina se traduce en muchas de sus obras de contenido científico que publicó.
En 1972 escribiría Augusto González de Linares y el estudio del mar, que en una edición corregida y aumentada publicaría en 1984 con el título Augusto González de Linares, editado por el Aula de Cultura Científica de Santander. Volvería a incidir sobre el mismo personaje en Augusto González de Linares. Vida y obra de un naturalista, que vería la luz en 2004, nueva biografía, en este caso incidiendo en la personalidad krausista del personaje seguidor de la Institución Libre de Enseñanza.
En el Laboratorio Oceanográfico de Santander permanecería hasta 1975 en que solicitó la baja voluntaria. Fue el primer veterinario español dedicado a la biología marina.
Volvería a acercarse por las instalaciones del Instituto Español de Oceanografía en 1986, para presentar el trabajo que le editaron bajo el título De la Estación Biológica Marina al Laboratorio Oceanográfico de Santander. Noticias históricas de un centenario (1886-1986).
Además, entre los años 1955 y 1961, como Veterinario Titular interino, ejerció la veterinaria rural, en su doble aspecto de salud pública y sanidad animal y se dedicó a la clínica animal por las localidades cántabras de Ramales, Campoo de Yuso, Santander y Reinosa. Participó en las campañas de saneamiento ganadero y en el Laboratorio Pecuario Regional Castellano de Santander.
A partir de octubre de 1962 sería contratado por el Ministerio de Agricultura.
En octubre de 1979 ingresó con el número 1, por oposición restringida en el Cuerpo de Veterinarios Titulares.
A partir de entonces, su trabajo como veterinario le lleva a residir en la capital cántabra, prestando servicios en la Delegación provincial de Ganadería.
Benito Madariaga es sumamente modesto al resumir su actividad profesional, despachándola en breves líneas:
“Pertenecí por oposición al Cuerpo de Veterinarios Titulares y ejercí la clínica y la inspección de alimentos, interinamente, en los pueblos de Ramales de la Victoria, Campoo de Yuso y Santander capital. La mayoría del tiempo trabajé en la Delegación de la Dirección General de Ganadería de Santander.
Como becario estuve muchos años en el Laboratorio Pecuario Regional Castellano y en las Campañas de Saneamiento Ganadero. La plétora profesional me cogió de pleno, nada más terminar la carrera. Con la llegada de la democracia y ya como veterinario titular estuve en puestos administrativos en la Dirección General de Ganadería denominada entonces Consejería de Ganadería, Agricultura y Pesca, de donde pasé a la Consejería de Cultura, Educación y Deporte, luego llamada de Cultura, Turismo y Deporte.
Mi formación fue completa al trabajar en un laboratorio y en los referidos pueblos, en el ejercicio de la clínica y la inspección en los mataderos. Pero el ejercicio administrativo no me suscitaba interés y solicité que me mandaran a la citada Consejería de Cultura donde me jubilé.”
Durante la década de los sesenta, en la que escaseaban los profesores de Ciencias Naturales, fue profesor adjunto interino de Ciencias Naturales en el Instituto Nacional de Enseñanza Media masculino “José María Pereda” de Santander en los cursos escolares 1963-64 y 1966-67 y en el colegio de los Escolapios, cursos 1964-65 y 1965-66.
De esta época docente, sus alumnos recuerdan con especial cariño sus clases activas y llenas de diálogo, hoy les llamaríamos interactivas, algo totalmente insólito, novedoso, pionero, cuando no existía el espíritu del proceso de Bolonia, Madariaga descendía de la cátedra y en lugar de profesor se convertía en educador, con visita al antiguo laboratorio-museo del Oceanográfico.
Metodología que luego aplicaría en sus numerosísimas conferencias y charlas de la más diferente temática.
De aquella situación de pluriempleo escribió en una ocasión:
“El pluriempleo, típico de la etapa franquista, me obligó, para compensar mi menguado salario de veterinario, a trabajar en el Laboratorio Pecuario Regional Castellano y en las Campañas de Saneamiento Ganadero, a dar clases y a trabajar en el Laboratorio del Instituto Español de Oceanografía en Santander, donde ingresé por oposición en 1966. Mi abuelo vasco solía decir: Hombre de muchos oficios, pobre seguro. Y así ha sido siempre en mi vida”.
Su labor de investigación y de divulgación junto con su trayectoria como veterinario de campo le granjeó prestigio y reconocimiento entre sus colegas veterinarios y participó en distintas reuniones y congresos.
En la Primera Semana Nacional Veterinaria celebrada en 1960 en Barcelona, presentaría por primera vez en España una comunicación sobre La depuración de moluscos comestibles para su consumo y el esquema de una depuradora, porque la práctica de la depuración de los moluscos era obligatoria en Francia.
En la Cuarta, celebrada en Santander en setiembre de 1966, comunicó La tuberculosis bovina y su diagnóstico en el laboratorio y en la Quinta, en Madrid, en 1970, donde presentó, en colaboración con Justo José Bustillo López, la comunicación “Calidad higiénica de los platos preparados con mejillones en los bares de Santander” (1970) y otra de su autoría titulada “Contribución al estudio del rape (Lophius piscatorius y Lophius budegassa Spinola“.
Sus publicaciones técnico veterinarias:
En 1958 publicó Sociología Veterinaria, aportación novedosa para la época sobre la situación de la Veterinaria española, con prólogo de D. Cesáreo Sanz Egaña, transmitiendo un mensaje optimista en el que implica, como no podía ser de otra manera, a todos los veterinarios.
En avicultura publicó el trabajo Estudios Avícolas: La Gallina de Pedresa, subraza autóctona de Cantabria en vía de extinción, que dio a conocer el Departamento de Zootecnia de la Facultad de Veterinaria de Córdoba en 1961.
En 1966, publicó El toro de lidia. Con prólogo de Álvaro Domecq (1966); el mismo Madariaga manifestaba que
Tuvo mucho éxito quizá por ser el primer libro que trató el afeitado y la visión en negro del toro, así como el cono de limitación de la vista. Algunos toreros me escribieron dándome sus opiniones.
El diestro Antonio Bienvenida le transmitió su “verdadera satisfacción por el libro que expresa con acrisolada honradez lo que es un toro de lidia”. Figura en el tomo de autores y títulos de José María Cossío.
Vuelve a mostrar el compromiso con su tierra, recordando a la raza Monchina, raza bovina de escaso porte y gran bravura que se cría en las montañas rocosas de Remendón, en el oriente cántabro y en la comarca vizcaína de las Encartaciones.
Fue co-director, junto al Dr. D. Miguel Cordero del Campillo y el Dr. D. Carlos Ruiz Martínez, de los dos volúmenes de Semblanzas Veterinarias editados en León en 1973 y en Madrid en 1978, que bien merece un comentario más extenso.
En marzo de ese mismo año, la Organización Colegial Veterinaria celebraba su primer Cincuentenario con un Congreso de Historia de la Veterinaria, dirigido por Vicente Serrano Tomé y en el que participó, entre otros, Benito Madariaga de la Campa, leyendo la comunicación que sería calificada por los organizadores como muy original, La Veterinaria vista por los literatos.
Para entonces nuestro protagonista trabajaba como uno de los directores del primer volumen de SEMBLANZAS VETERINARIAS.
En efecto, en torno al profesor Miguel Cordero del Campillo, entonces Decano de la Facultad de Veterinaria de León, un grupo de veterinarios colaboraron en una obra colectiva que intentó recuperar la memoria de una serie de compañeros que habían marcado la historia de la veterinaria española. Aquella obra colectiva, publicada bajo el título SEMBLANZAS VETERINARIAS, y editada en 1973, fue el primer gran homenaje que recibió Félix Gordón Ordás tras su fallecimiento en México en enero de 1973, y con él todos los que fueron recogidos en aquel primer volumen.
Para los no veterinarios matizaré que el veterinario leonés Félix Gordón Ordás, prócer de la Veterinaria y político republicano, fue el creador de la Dirección General de Ganadería, máxima expresión de la presencia veterinaria en el Ministerio de Agricultura y por lo tanto, en la Administración española. Pero Gordón Ordás había sido mucho más que eso, pero 45 años de régimen franquista había tendido un gran manto de insidias, silencio y olvido sobre la figura del veterinario y político leonés.
Aunque fuera una obra colectiva, fue sobre todo la obra de tres veterinarios, bajo la batuta de Cordero del Campillo. El veterinario español exiliado en Venezuela D. Carlos Ruiz Martínez y el tercero, D. Benito Madariaga.
Esta obra es en buena medida obra de la voluntad de Benito Madariaga y de su compromiso con la Veterinaria española.
Pero retomando la relación de publicaciones veterinarias de Madariaga, en 1992 presentó La profesión veterinaria en la polémica de la Ciencia española, editado por el Ayuntamiento de Santander, discurso leído el día 7 de marzo de 1991 en el acto de la recepción pública como académico correspondiente, de la Real Academia de Ciencias Veterinarias, que fue contestado por el Excmo. Sr. D. Vicente Serrano Tomé.
En 2008, prologó el libro Vacuno de leche en Cantabria, de varios autores y coordinado por Juan José Mazón Nieto de Cossío y en 2009 el de Celestina Losada Varea, editado por el Ilustre Colegio Oficial de Veterinarios de Santander, titulado Un siglo de profesión veterinaria en Cantabria, importante testimonio de la labor realizada por los profesionales de Cantabria a lo largo de un siglo.
Colaboró en diversas revistas profesionales veterinarias, no haremos prolija la relación, pero a título informativo citaremos algunas referencias.
Hemos encontrado cuatro colaboraciones suyas en el Boletín de Divulgación Ganadera de la Junta Provincial de Fomento Pecuario de Valladolid, sobre otros tantos temas novedosos y originales: El caballo en la vida y en el arte en 1954; Modernos métodos de lucha contra las ratas en 1955; Hombres superiores, en 1957 y El cine y los problemas ganaderos, en 1963.
En 1963 también, en Sanidad Veterinaria, publicó Características sanitarias de los establecimientos de productos cárnicos.
En el Boletín SYVA, de León, dirigido por el escritor y poeta Victoriano Cremer y editado por los laboratorios leoneses del mismo nombre, tan vinculados siempre a la Facultad de Veterinaria leonesa, cita y consulta obligada para todos los veterinarios, como llamada de atención a la profesión, con objeto de promover una reacción político- social y técnico-científica, publica en julio de 1967 Un escritor, Lauro Olmos, opina sobre los veterinarios. En el número 143 de 1969, Mi colega Darbón”.
En el no 149 de julio de 1970 De la crítica a la autocrítica, otra llamada de atención a la profesión, hoy diríamos una provocación, que obtuvo el resultadoprevisto con carta de agradecimiento de la Asociación Nacional de Veterinarios Titulares de España, por su defensa del prestigio profesional de los veterinarios.
En el no 167 de 1972 Problemática Veterinaria Actual. En 1973 Una tumba abierta en España para Gordón Ordás; en 1974 Homenaje y recuerdo a un poeta; en 1980, In memoriam. Mi amigo Rafael González Álvarez. Por citar algunos ejemplos.
En la revista salmantina Ferias, Mercados y Mataderos entre distintas colaboraciones los años 1961 y 1962, hemos constatado una contribución taurina, La tauromaquia francesa, en mayo de 1962. El mismo año publicará En torno a la bravura y la alimentación del toro de lidia, en la revista Granja, de diciembre 1962.
Es habitual su firma en la revista valenciana Avigan entre los años 1963 y 1968 y en la salmantina Zephyrus en 1963 y 1964 o en la Revista Veterinaria Venezolana.
Aspectos legales y, sanitarios de la compra-venta de animales, verá la luz en Anales del Instituto de Estudios Agropecuarios, de Santander, en la edición de 1990- 91.
La revista Veterinaria en diciembre de 1962, presentaba el trabajo Lesiones provocadas en el animal por agresiones no específicas del autor Jean Billon, traducido por Benito Madariaga de la Campa.
Algunos casos de anomalías congénitas en peces -en colaboración con Orestes Cordero- fue la comunicación presentada a la Primera Bienal de la Real Sociedad Española de Historia Natural celebrada en Santander en octubre de 1973 y publicada en Anales de la Facultad de Veterinaria de León, de 1973.
En 1996, junto a D. Miguel Cordero del Campillo, publicaron Albeytería, Mariscalía y Veterinaria: Orígenes y perspectiva literaria. La Sociedad Mexicana de Historia de la Medicina Veterinaria y de la Zootecnia le expediría un Diploma de Reconocimiento.
Con motivo del 150 aniversario de la Facultad de Veterinaria de León, la editorial leonesa Celarayn le publicaba en 2002 su ensayo En torno a Francisco de la Reina y su “Libro de Albeytería”.
En el Congreso de Historia de la Veterinaria celebrado en 2003 en San Sebastián y Bilbao, participó con una ponencia titulada Representaciones sexuales humanas y animales en el Arte Paleolítico.
Podría seguir, aún a riesgo de aburrir al distinguido auditorio, pero mi tiempo ha finalizado.
Agradezco al Colegio de Veterinarios de Cantabria, organizador del evento, la oportunidad que me ha dado para poder participar en este acto.
Muchas gracias.
Apreciados Amigos:
Recordando de nuevo al Dr. Madariaga os diré que en el año 2008 hicimos una referencia a nuestro homenajeado en la revista ‘Centro Veterinario’, y a la que se puede acceder en el siguiente enlace de esta misma página de ‘AMIGOS’.
Ahí va por si alguno puede estar interesado.
https://historiadelaveterinaria.es/wp-content/uploads/SOCIOLOGIA-VETERINARIA.pdf
El artículo se titulaba: ¿Existe la Sociología Veterinaria?
Saludos.
Dr. Caparrós