Con facilidades para los riojanos, se van a celebrar estas jornadas en la ciudad de Nájera, con el programa que os adjuntamos y con una visión especial a las cofradías medievales, que esperamos incluyan a las de albéitares y herradores, a ver si hay suerte. CONGRESO
Que os divirtáis.
Normativa y autoridad en la ciudad medieval atlántica
Gran parte de la sofisticación de la esfera pública que se alcanzó en la Baja Edad Media, tanto en el ámbito estatal como local, provino de la práctica legal y del discurso que generó. En el período comprendido entre 1250 y 1550, se produjeron cambios muy rápidos en la historia jurídica y política de las comunidades urbanas. Las leyes se pusieron por escrito y se crearon otras muchas nuevas. Las personas acudieron, cada vez con mayor frecuencia, a los tribunales públicos, y se dictaron muchas más sentencias. Si bien ya se ha estudiado con profusión la capacidad jurídica de los señores, reyes y emperadores, así como las ciudades estado italianas, todavía no se ha realizado una comparación sistemática del derecho urbano y las prácticas legales en la Europa atlántica.
En todas partes, los vecinos (ya pertenecieran a la elite urbana, al común o a los más desfavorecidos) se involucraron en la actividad política de la ley escrita, lo que en sí mismo los vinculó a las redes políticas de la ciudad. Aun cuando esta participación no fuera deseada y tuviera lugar en contextos de sometimiento y discordia, el ámbito legal urbano afectaba a todos en la Baja Edad Media. Igualmente, los especialistas del derecho se involucraron en la creación del pensamiento político sobre las prácticas legales y el gobierno de las ciudades, lo que produjo numerosos tratados sobre “cómo deberían gobernarse las ciudades”. La creciente producción de textos legales en las ciudades bajomedievales (sentencias, acuerdos, ordenanzas, tratados y registros legales) permite a los historiadores estudiar la historia política del derecho en un contexto urbano. Por lo tanto, invitamos a los expertos en esta temática a reflexionar sobre las siguientes preguntas:
¿Quién tomaba la iniciativa para legislar en la ciudad medieval? Quizás, más a menudo de lo que pensamos, la interacción política entre los vecinos en vez de las opiniones personales de los gobernantes parece haber sido responsable de la creación de nuevas normativas en la ciudad.
¿Qué ideas motivaban a los ciudadanos a participar en el proceso de elaboración de la normativa?
¿De dónde procedía la autoridad de los legisladores? El poder político de los gobernantes les dio el derecho de promulgar ordenanzas municipales, pero uno se pregunta sobre qué tipo de principios descansaba su compromiso activo para hacerlo.
¿Por qué la gente acudía cada vez más a los tribunales para resolver conflictos?
¿Por qué se pusieron por escrito los acuerdos? Los gobernantes municipales crearon archivos y “memorias escritas” de prácticas legales, pero cabe preguntarse qué les motivó a hacerlo. Tales preguntas solo pueden responderse estudiando tanto la historia política como la legal de las ciudades. En suma, estos encuentros quieren unir a los historiadores combinando ambos aspectos en su trabajo.