Parece que nuestro Amigo José Manuel Etxaniz, algo alejado de las cámaras de televisión (seguro que apartado, momentáneamente, por la envidia de sus triunfos), vuelve otra vez a las páginas de los diarios para instruir y deleitar al pueblo mediante la pausada lectura, algo que últimamente tenía aparcado, como todos sabemos.
Para celebrar su vuelta aquí traemos su última aportación, publicada ayer en Noticias de Gipuzkoa
Que la disfrutéis relajadamente.
“One Health”. Un mundo, una salud
José Manuel Etxaniz Doctor en Veterinaria
Este concepto resume una noción científica básica en la salud pública, conocida desde hace más de un siglo, explicada desde entonces en las escuelas de Veterinaria y esgrimida, entre otros, por Louis Pasteur y sus colaboradores, es decir, que la salud humana, la sanidad animal son interdependientes y están vinculadas a los ecosistemas en los que coexisten. Dicho de otra forma, se precisa de un planteamiento colaborativo e interprofesional entre las ciencias de la salud (Medicina, Farmacia y Veterinaria) para comprender los riesgos que deben afrontar la salud humana y la salud animal, considerando a los animales domésticos y silvestres, en el entorno que compartimos.
No se pueden separar las zoonosis -enfermedades transmisibles de los animales a las personas- de los procesos patológicos de las personas y de la sanidad ambiental. Si no somos capaces de controlar los insectos, roedores o aves que actúan como vectores de enfermedades, si no evitamos la brucelosis y la tuberculosis en rumiantes silvestres -corzos, venados- o de producción -vacas y ovejas- y en jabalíes, por ejemplo. Si no consideramos el riesgo de triquina en cerdos de caserío principalmente y jabalíes, rabia y otras enfermedades típicas de los perros y otras mascotas, las personas acabarán enfermando de esos procesos, como desgraciadamente ocurre a diario, bien por contacto directo, a través de los alimentos o simplemente por el aire que respiramos.
Los veterinarios son el eslabón que garantiza la salud animal como hecho fundamental para la salud humana, con un papel primordial en el triángulo “animales, hombres, enfermedades”.
Según datos publicados en común por las organizaciones internacionales FAO, OIE y OMS (Food and Agriculture Organization of the United Nations. World Organisation for Animal Health. Organización Mundial de la Salud) el 60% de los patógenos que afectan al hombre son de origen animal; el 75% de los patógenos llamados “emergentes” también se derivan de los animales (caso del ébola, por ejemplo) y el 80% de los patógenos con interés en bioterrorismo, también provienen del mundo animal, por ejemplo, la fiebre aftosa o el carbunco.
Y son los veterinarios quienes controlan la salud animal y los alimentos que se van a consumir, de modo que garantizan la salud pública desde el establo hasta la mesa. Estos profesionales desarrollan una actividad sanitaria plenamente reconocida por Ley, controlando el ganado sobre el terreno en la explotación, realizando la supervisión en un matadero, atendiendo animales en una clínica veterinaria o inspeccionando el proceso de producción de una industria de alimentación.
Sin embargo, la sensación mayoritaria entre los propios veterinarios es la de falta de consideración por parte de la clase política, como si no fuéramos una profesión sanitaria básica para el sistema sanitario. Este maltrato y desconsideración de los poderes públicos y políticos hacia la veterinaria ha llevado a numerosas discriminaciones laborales y sin duda, a disfunciones o pérdidas de calidad en la prevención y protección de la Salud Pública, puesto que cualquier ataque o daño a la profesión veterinaria incide directamente sobre la salud de las personas.
Padecemos una tasa de precariedad elevada, tanto en las administraciones municipales y forales como en la autonómica y estatal, rondando, en el conjunto de España, el 28% en el primer trimestre de 2019, estando a la espera de una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que establecerá si el Reino de España -y aquí también incluyen a Euskadi de momento- ha mantenido un fraude de ley y abuso en la temporalidad de los interinos.
Al excluir al veterinario del Sistema Nacional de Salud también se ha creado un pernicioso efecto sobre la opinión pública que lo percibe como un técnico que busca únicamente el bienestar de las mascotas. Esta percepción se ha infundido también en la clase política,
derivando en graves problemas en el desarrollo de la legislación y haciendo que el veterinario sea ignorado o directamente discriminado, cuando se concreta la norma.
Un ejemplo claro de esto último se observa en los centros y clínicas veterinarias que, aun siendo esenciales en la defensa de la salud pública, no son considerados como centros sanitarios reconocidos, en franca discriminación con otros mucho menos determinantes para la salud comunitaria como puede ser una óptica o una ortopedia, lo que significa que no tiene, por ejemplo, un IVA reducido como otros centros sanitarios reconocidos, sino el 21 por ciento.
Atendiendo a la convocatoria de la Federación Estatal de Sindicatos Veterinarios y de la propia Organización Colegial Veterinaria, miles de veterinarios nos manifestamos el domingo 17 de noviembre a las puertas del Ministerio de Sanidad y Consumo en Madrid, para reivindicar al gobierno en funciones y al que posiblemente surja tras el “Abrazo de la Moncloa”, nos sea reconocida la naturaleza sanitaria de la profesión veterinaria en todos los ámbitos sociales y administrativos de actuación, tal y como recoge la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias.
Publicado en Noticias de Gipuzkoa el sábado 16 de noviembre de 2019