La pasada semana se celebró en Badajoz la reunión anual de Academias y Reales Academias de Ciencias Veterinarias Españolas. Nosotros no asistimos, pero, algunos de los asistentes nos comentaron que uno de los intervinientes en la apertura, a lo largo de su intervención, leyó (citándolo, aclaramos) una parte de nuestro discurso de ingreso en la ACCVV de Extremadura, que data ya del año 2001, es decir, que hace ya dieciocho años, de momento. Posiblemente por el tiempo transcurrido, y en parte también porque me echaron de dicha academia (por inasistencia a plúmbeas e insustanciales sesiones, todo sea dicho), se me había olvidado, y por ello lo he releído, y me ha parecido tan curioso que os anoto el glorioso apartado de las “Leyes de la Academia Veterinaria”, que espero que, al igual que a mí, os despierte más de una sonrisa.
Por cierto, el texto íntegro en pdf se encuentra en esta web, en los trabajos de Miguel Ángel Vives del año 2003, y también se puede descargar en este ENLACE
Permítanme seguir abusando de su tiempo, haciéndoles llegar mis conclusiones; sobre el liderazgo y la reacción, en Veterinaria.
Es obvio que la actividad humana depara muchas paradojas. Una de las que hemos encontrado en nuestro discurrir histórico se presenta con una claridad tal que trasciende del puro hecho para convertirse en casi una ley científica, muy similar a la ley de la acción-reacción. Si se nos permite el atrevimiento, podríamos enunciarla de esta manera:
Primera ley de la Academia Veterinaria
“Toda Academia Veterinaria precisará para su formación un grupo de profesionales de prestigio encabezado por uno o varios líderes. La creación de dicha Academia generará inmediatamente una reacción igual y contraria y de intensidad proporcional al prestigio del grupo inicial, que tratará de anular la acción del primer grupo. Como resultado de la ecuación se seguirá la fatiga paulatina de ambos grupos antagónicos, de modo que el sumatorio final conllevará la neutralización de ambas fuerzas en la nada”.
Nos atreveremos además con una segunda ley desarrollo de la anterior que se podría enunciar así:
Segunda ley de la Academia Veterinaria
“El proceso anterior será repetido cíclicamente con periodicidad discontinua pero idéntico entusiasmo”.
Enunciado en forma de leyes queda claro que hay aspectos inmutables en las sociedades humanas, como la necesidad de un líder. De hecho, sin líder que promueva, no hay Academia. Pero, curiosamente, la existencia de líder, a su vez origina la reacción y desencadena el proceso que acaba con la Academia. Posiblemente sea una forma de entropía y, por tanto, un problema irresuelto.
Intentemos ahora encontrar algunos indicios del problema:
- Las Academias, por definición, son grupos cerrados, limitados y, por tanto, excluyentes.
- Sólo desde la exclusión se puede organizar el movimiento antagónico.
- Alterando el axioma de la exclusividad se podría llegar a la inclusión de todo el grupo, haciendo una Academia abierta.
- La apertura indiscriminada no eliminaría los problemas sociales de dominancia, territorialidad, liderazgo y formación de clanes.
- Por lo tanto, sólo resta asumir que las Academias de Veterinaria, al menos estructuralmente, plantean un problema esencial de relación social grupal que aboca necesariamente en conflictos. Y esto es precisamente lo que, entre otras cosas, podemos aprender del análisis histórico. De hecho, ya hemos tenido conocimiento de los conflictos iniciales a través del testimonio del Presidente de esta Academia en varias ocasiones. ¿Tendrían razón los griegos al pensar que la historia es circular?
Lamentablemente la historia no nos aporta soluciones en este caso, advirtiéndonos incluso de que los problemas pueden quedar encapsulados durante décadas.
Este me lo ha mandado un buen e ilustrado Amigo, por vía personal, pero no me resisto a dejarlo aquí anotado:
“Me alegro lo indecible de verte aunque sea en afoto, con tan saludable aspecto, y en un local que no sé porqué me ha recordado tanto a los gloriosos Antiguos Espumosos en su sede original. Me he divertido mucho con tus disquisiciones académico-naturales, dignas como siempre de grabarse en mármoles y fundirse en bronces. Y en esta época de ignorancia berroqueña, retórica pedestre, logorrea flatulenta, incontinencia verbal, idiocia rampante y necedad frenética, deberías publicar tus reflexiones, a ver si algún polítco, informador u opinador profesional aprende algo. Aunque sólo sea a disponer sujeto, verbo y predicado de manera que no ofenda ni la vista ni la inteligencia.
El bardo loco