Ayer tarde tuvo lugar la, no por anunciada menos esperada, sesión en la Real Academia de Ciencias Veterinarias de España en la que nuestro Amigo el Dr. Ángel Salvador (Académico Correspondiente electo de la misma) y su hija, la arquitecta Laura Salvador expusieron un enorme trabajo de investigación que les viene ocupando intensamente a lo largo de los cuatro últimos años (de momento), acerca de las sedes que ha tenido la Escuela de Veterinaria de Madrid, antes de la actual sita en la ciudad universitaria. Que recordemos que, a excepción de la famosa vista frontal del primer edificio, constituía poco menos que un inextricable misterio todavía no resuelto.
Su intenso trabajo de investigación les ha proporcionado los datos suficientes, no solo para establecer la ubicación exacta (junto con los problemas de todo tipo que en muchos casos acarreó), los años de ocupación, los abandonos sucesivos de las sedes y todos los problemas que sabemos esto conlleva, sino que les ha permitido ofrecernos imágenes inéditas de la forma, estructura y utilidades de los diferentes edificios. Esto ha sido especialmente interesante cuando se abordó la primera sede en Recoletos, edificio del que hasta ahora conocíamos tan solo su ubicación y fachada principal, y del que ahora conocemos su conjunto y su distribución interior, incluyendo los más pequeños recovecos. Especialmente notable es la demostración por los autores de que la escuela siempre estuvo intramuros de Madrid.
Tras la conferencia, seguida con gran interés y silencio por los asistentes -buena prueba de lo cual fue la inexistencia del habitual fragor de asientos, o de algún que otro ronquido- se entabló un interesante y emotivo coloquio en el que los académicos de mayor edad, que conocían la sede de Embajadores por haber cursado allí sus estudios o incluso por haber impartido clases, recordaron aquellos años y nos deleitaron con sus anécdotas, alguna de las cuales alcanzó un medio calibre.
Ciertamente en sesiones como la de ayer nos damos cuenta de algunos aspectos que los parvenues de la Historia de la Veterinaria todavía no alcanzan a comprender, por ejemplo:
- Que la Historia de la Veterinaria no es patrimonio ni único ni exclusivo de los veterinarios, como ayer lo demostraron un farmacéutico y una arquitecta.
- Que la transversalidad que nos ha deparado este siglo de la globalización es el mejor método de alcanzar el entendimiento y la compresión de muchos hechos históricos.
- Que no es esta actividad de jubilados ociosos, que copian unos de otros sin entender ni razonar, sino actividad investigadora, que no conoce de edades, pero sí de esfuerzos, renuncias, tiempo y dedicación.
- Que no hay misterios en la historia, sino trabajo sin hacer.
- Y que, finalmente, la incorporación del Dr. Ángel Salvador es un lujo para la RACVE, como algunos hemos defendido con vehemencia, y no por ser, entre otras cosas, Amigo de la Historia Veterinaria.
Nos fuimos de allí contentos, porque es así como se revaloriza nuestra historia, porque el nivel alcanzado por el Dr. Salvador es una aspiración para cualquiera que trabaje en esta rama del conocimiento, porque ahora ya sabemos más, y porque obtuvimos su promesa de que seguirá investigando sobre el tema. Vamos, que esto no acaba aquí.
Muchas gracias por las extensas líneas y las sentidas palabras, Miguel Ángel y Cinta. Reconfortan después de un trabajo tan intenso. Cierto que el esfuerzo es voluntario y en el camino el disfrute es continuo, pero cuando existe un compromiso, la responsabilidad nos lleva a dar el máximo y negar el desgaste sería obviar lo evidente.
Debo un agradecimiento al Dr. Caparrós y al Dr. Conde, el Amigo Luis y el Amigo Diego, que ayer me felicitaban por anticipado. Después de expuesto, ya estoy tranquilo y satisfecho con el trabajo que Laura y yo hemos hecho. Gracias a ambos.
Ángel Salvador
Apreciado Ángel Salvador y Laura:
Repito mi enhorabuena. Excelente conferencia. Magnífico el material presentado. Documentos inéditos. Como en los buenos vinos el retrogusto aún me dura.
Un abrazo.
Dr. Caparrós