Se trata de un libro de este año 2016, publicado por la Universidad de Michigan, que se puede descargar gratis desde Academia.edu (LIBRO), y cuya autora Lucinda Cole, Profesora Titular de Inglés en la Universidad de Illinois, interesada por la transversalidad entre literatura, relaciones hombre-animal y ciencias de la vida, ha escrito un curioso libro cuya finalidad os ofrezco de su propia pluma:
“Las criaturas imperfectas: los bichos, la literatura y las Ciencias de la Vida, 1600-1740 (University of Michigan Press, 2016) examina la literatura y la ciencia durante la Pequeña Edad de Hielo, cuando inviernos muy fríos y veranos frescos en la Europa moderna trajeron consigo escasez generalizada , si no hambre. Tanto Enrique VIII como la Reina Isabel promulgaron normas de ámbito nacional acerca de los animales dañinos; Abraham Cowley y otros exploraron las conexiones entre la infección y la infestación en su poesía;la filosofía natural incorpora el lenguaje bíblico de “enjambres” en sus representaciones de los seres humanos y las emociones que provocan los animales, hasta bien entrado el siglo XVIII, cuando las ranas, arañas, perros salvajes, ratas y dan forma a la poesía y la novela temprana. Durante la investigación de “Criaturas imperfectas”, me sentí fascinada por cómo los viajeros, científicos y escritores europeos representaban pueblos y culturas cuya alimentación prácticas se basaba, en parte o en su totalidad, en el consumo de alimentos desechados, en carroña. La mayoría de los animales pueden ser considerados carroñeros, ya sea de manera obligada, como los buitres, o de manera facultativa, como los humanos, los perros, el pez gato, osos, hienas, y muchos otros que se alimentan de animales muertos cuando los encuentran, o cuando se ven forzados por el hambre. Si esta afirmación parece sorprendente, es sobre todo porque los humanistas europeos han eclipsado el papel de carroñeros a través de una demasiado estrecha y cercana atención a las prácticas agrícolas y de caza, y por la eliminación colonialista de los comportamientos carroñeros de un pasado presente o pre-moderno, “primitivo”. Mi reciente trabajo se ocupa, de la utilización de desechos para comer, del “humano”, y lde as presiones ecológicas en varios contextos históricos y geográficos: en los inicios del África moderna, en la Irlanda del siglo XVIII, en la India tras la Ilustración, en la Australia del siglo XXI, y en los humedales de la Louisiana contemporánea.
No se puede negar la paradoja de considerar apetecible, o bueno, alimentos de origen animal que en determinada época, o lugar, se consideran repugnantes. Es cuestión de hambre o necesidad, considerar insectos, culebras o ratas como alimentos deseables. Como se puede apreciar es un curioso cóctel con curiosos componentes. Y aunque pocas, unas ilustraciones curiosas.
Que lo disfrutéis.